El área de cabeza y cuello es la localización del 5% de los cánceres del organismo. Su incidencia, además, está aumentando tanto en España como en el resto de los países desarrollados. Dado que se trata de un área muy compleja, con diferentes estructuras con estirpes celulares muy variadas, hay múltiples tipos de tumores, cada uno con su localización preferente, factores causales predominantes, y respuesta al tratamiento particular.

Sin embargo, los sitios más habituales de aparición del cáncer son casi siempre los mismos: la superficie de las mucosas, sobre todo oral, faríngea y laríngea, y, con menos frecuencia, mucosa nasal y de los senos paranasales. Estos tumores se denominan "carcinomas epidermoides", y suponen más del 90% de todoslos tumores de cabeza y cuello.

Esta localización preferente se explica porque esta mucosa está expuesta directamente a diversos agentes nocivos del exterior (tabaco, alcohol y otros tóxicos sólidos y líquidos, virus), y además, como todas las mucosas del organismo, sus células están en continua división para reemplazar a las células más superficiales. A combinación de células en continua división con agentes tóxicos externos es en la mayoría de los casos la clave de la aparición de estos tumores. Si a la presencia de alcohol, tabaco y ciertos virus se añade (como ocurre con frecuencia) una mala alimentación, con exceso de comidas procesadas y carnes, y con menor consumo de alimentos frescos y vegetales, la posibilidad de aparición de tumores aumenta.

Se trata de cánceres tratables, pero muy agresivos. La supervivencia global con un tratamiento correcto es de entre un 55 y un 60% a los 5 años. Es decir, cinco años tras el diagnóstico, la mortalidad es de entre el 35 y el 40%. Por ello, la prevención es fundamental.

Dado que se conocen los factores que más contribuyen al desarrollo de estos cánceres, su prevención consiste fundamentalmente en evitar el tabaco y el alcohol. En los últimos años ha aumentado el porcentaje de tumores (sobre todo en un área concreta, la orofaringe, que es la región inmediatamente detrás de la cavidad oral) en los que hay implicado cierto tipo de virus, el virus del papiloma humano (VPH). Se trata de un virus cuya biología aún no es conocida al 100%, pero del que se conoce que uno de los mecanismos de transmisión es el contacto sexual.

El diagnóstico depende siempre de la biopsia de la lesión sospechosa. En los últimos años se ha incorporado una herramienta diagnóstica que ya resulta fundamental, el PET-TC, y que sirve para delinear la extensión de la lesión y así planificar el mejor tratamiento para cada paciente.

El tratamiento de estos tumores incluye la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. Dependiendo de la extensión de la lesión, del tipo de tumor y de las características del paciente, se utilizan uno o varios tipos de tratamiento en combinación. Generalmente, la cirugía es la herramienta de tratamiento más importante, aunque debe combinarse con radioterapia y quimioterapia en muchos casos. La cirugía maxilofacial es una parte integral e imprescindible en los equipos multidisciplinares de oncología medicoquirúrgica.

La cirugía consiste en la extirpación amplia de la lesión y casi siempre va acompañada de la extirpación ("disección o vaciamiento") de los ganglios linfáticos regionales cervicales. Tras la extirpación debe efectuarse la reconstrucción inmediata, un aspecto crítico en la superación de la enfermedad y el mantenimiento de la calidad de vida del paciente. Y, siendo una cirugía primordialmente funcional, no olvidamos que una de las principales funciones de la cara es la estética facial.

La rehabilitación del paciente, tanto la recuperación de la movilidad de las zonas afectadas (labios, lengua, mandíbula, cuello, etc) como la rehabilitación dental resulta especialmente necesaria en los pacientes con cáncer de cabeza y cuello, puesto que es imprescindible mantener las múltiples funciones del área orofacial tras el tratamiento.