El vino
El vino es la bebida resultante de la fermentación alcohólica del zumo de uvas maduras. En función de la uva recolectada, se dará lugar a vino blanco o vino tinto. La fermentación puede ser total o parcial (los azúcares de las uvas se transforman en alcoholes debido a la acción de las levaduras) y es responsable del cuerpo y aroma del vino.
El proceso de elaboración del vino es mucho más complejo, y las características del mismo, además del tipo de uva, dependerán de la cantidad de agua, de la maduración, y de la crianza de este.
Como componente principal del vino, destaca el agua alrededor de un 80%, le sigue el alcohol que puede variar entre un 7% y un 18% en función del tipo de vino, y así el resto de componentes del vino aparecen ya en cantidades mucho menores como son los azúcares, polifenoles y los famosos taninos, que actúan como antioxidantes.
Es muy común escuchar que tomar una copa de vino al día es beneficioso para la salud, sin embargo, muchas veces nos agarramos a este tipo de afirmaciones para justificar la ingesta de vino y obviamos que es una bebida alcohólica y por lo tanto perjudicial para la salud, ya que como hemos visto antes, mayor es el contenido de alcohol que el de los componentes que nos aportarán beneficios a nuestro organismo.
Dentro de los componentes con propiedades beneficiosas para la salud, destacan los polifenoles, que pueden ser no flavonoides, como el resveratrol: cuya característica es el aumento del HDL en sangre, proporcionando beneficios cardiovasculares, o pueden ser favonoides, como los taninos, que aportan propiedades astringentes y antiinflamatorias.
Podemos beneficiarnos de las propiedades de los polifenoles sin tener que recurrir al vino, ya que se encuentran en frutos rojos como los arándanos, así como en frutos secos, ciertas frutas y verduras, etc.
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